sábado, 5 de marzo de 2016

Vida de San Charbel: Proceso de Canonización




Vida de San Charbel

Proceso de Canonización

Para el proceso de canonización la Santa Sede escogió un milagro más, el caso de Miriam Aouad de Hammana, quien "tenía cáncer en la garganta. Dios la curó por la intercesión del Santo Charbel en 1967.

Este proceso se inició en 1976 con el papa Paulo VI y lo concluyó el 9 de octubre de 1977 durante el Sínodo Mundial de Obispos.

Parte del discurso que pronunció el Papa en la Basílica de San Pedro fue: 

En honor de la Santa e Individua Trinidad, para la exaltación de la fe católica y promoción de la vida cristiana, con la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y nuestra, después de madura deliberación y tras implorar intensamente la ayuda divina... decretamos y definimos que el beato Charbel Makhlouf es SANTO, y lo inscribimos en el catálogo de los santos estableciendo que sea venerado, como santo con piadosa devoción en toda la Iglesia. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

La Iglesia entera, de Oriente a Occidente, está invitada hoy a compartir una gran alegría. Nuestro corazón se vuelve hacia el cielo donde sabemos con certeza que San Charbel Makhlouf participa ya en la felicidad inconmensurable de los santos, en la luz de Cristo, alabando e intercediendo por nosotros.

El año de 1977 el Patriarca Cardenal Pablo Pedro Meouchi declara como fecha oficial para festejar a San Charbel el tercer domingo de julio.


Milagros del padre Charbel

Para cumplir con los requisitos que establece la causa de beatificación, se tomaron en cuenta dos entre los cientos de milagros realizados por el ermitaño libanés. A continuación los mencionamos: 


Recuperación de la vista 

Iskandar Ubaid era un herrero que vivía en Baabdat. Un día, mientras realizaba un trabajo, se lastimó el ojo de manera tan delicada que al ser revisado por el médico el diagnóstico que le dio fue terrible: se había destrozado completamente la retina y a fin de que esto no provocara una infección en el ojo sano lo más recomendable era extirparle el dañado. 

Iskandar consultó más médicos y tras someterlo a diversos tratamientos, todos coincidieron en el diagnóstico del primero: era necesario realizar la ablación del ojo accidentado. 

El herrero decidió no someterse a la cirugía asumiendo la responsabilidad de lo que pudiera sucederle en el ojo sano y así transcurrieron 13 años. 

Superando difíciles pruebas se había adaptado a su nueva vida de tuerto, hasta que en 1950 llegaron hasta su pueblo las noticias de los milagros obrados por el ermitaño de Annaya. 

Amigos y vecinos sugirieron a Iskandar que se encomendara al padre Charbel y que fuera a rezar ante su tumba. El hombre respondió que lo haría si le era enviada una señal. Transcurrieron algunos días en total normalidad, hasta que una mañana Iskandar despertó y contó a su familia que había soñado con un monje que el decía: "Ve al monasterio". 

Iskandar se preparó para el viaje y al llegar a Annaya se dedicó a escuchar misa y a rezar como toda la gente que estaba en ese lugar esperando ver cumplido algún milagro de Dios por intercesión de Charbel. 

Iskandar regresó a su casa y con el paso de los días comenzó a sentir un dolor intenso en el ojo enfermo que poco a poco se fue haciendo insoportable. 

Tanto la familia como los amigos del herrero se encontraban preocupados por su salud y todos le recomendaban que acudiera con un médico para que le quitara el terrible dolor. 

—iEl padre Charbel es mi único médico y él me curará! —era la respuesta tranquila que les daba. 

Una noche en que Iskandar pudo dormir pese al intenso dolor, soñó que se encontraba en uno de los monasterios de la Orden Maronita. De pronto, sintió cómo el conductor del camión le enterraba una barra de metal en el ojo dañado ocasionándole un inmenso dolor que lo hizo despertar del sueño con un fuerte grito. 

Al escucharlo, su esposa despertó asustada. 
—¿Por qué gritas? 
—Sólo estaba soñando —respondió y se volvió a dormir a pesar de que el dolor había sido bastante real. 

Sorpresivamente Iskandar volvió a su sueño, aunque esta vez ya no estaban ni el camión ni el conductor, ahora veía un monje que se le acercaba. 
—¿Qué te pasa? 
—Me duele terriblemente el ojo —contestó el herrero al tiempo que veía escrito en el asfalto el nombre del padre Charbel. 

El monje lo tranquilizó diciéndole que le aplicaría un polvo en el ojo, que sentiría un insoportable dolor e inflamación que poco a poco se le pasarían y que lo dejarían totalmente sano. 

Iskandar no dudo ni un momento en lo que el monje el decía y al sentir cómo le entraba el polvo en el ojo lanzó un grito más fuerte que el anterior. 

Su esposa se volvió a despertar y se aterró al ver el ojo hinchado del hombre. 

—iNo aguanto este dolor, pero estoy seguro de que es señal de que ya me voy a componer! —en ese momento Iskandar pidió que le acercaran la imagen del ermitaño Charbel y, cubriéndose el ojo sano, observó la imagen. 

—¡Veo, he recuperado la vista! —gritó feliz ante la mirada atónita de su familia. 

La gente que se había preocupado tanto por su salud acudió a corroborar con sus propios ojos el milagro realizado por el ermitaño de Annaya. 

Y de que había sido un milagro no cabía la menor duda, pues el médico Salhab, uno de los que incluso había sugerido la extirpación del ojo dañado, reconoció que a 13 años del accidente no había explicación lógica ante la recuperación de aquel ojo que no había manera de curar por medios científicos o humanos. 

Siete médicos más certificaron el milagro de Iskandar, que posteriormente fue analizado por el Vaticano. 


Desaparición de una úlcera

El 8 se septiembre de 1929 María Abel, una joven originaria de Hammana, que apenas tenía 16 años de edad, se integró a la Congregación de los Dos Sagrados Corazones perteneciente a Bikfaya. 

Aunque había mostrado ser una joven normal, a partir de 1936 sor María Abel comenzó a presentar vómitos e insoportables dolores de estómago. 

Durante siete meses fue atendida por varios médicos que no lograron controlar y mucho menos curar el problema de la monja. Finalmente, uno de los doctores más prestigiados de Egipto, tras realizar una serie de estudios, diagnosticó la existencia de una úlcera estomacal. Aunque se prescribió el tratamiento adecuado, la joven cada vez estaba peor. 

Poco después consultó a un cirujano que confirmó el diagnóstico anterior y que consideró que era urgente practicar una cirugía; sin embargo, al momento de intentar extirpar la enorme úlcera, el médico se dio cuenta de que la vesícula y los riñones estaban muy afectados por aquella y le fue imposible realizar con éxito la operación. 

Sor María Abel regresó al convento con más dolencias y problemas, pues cada vez toleraba menos los alimentos, por no decir que nada pues siempre vomitaba cualquier cosa que ingería, lo cual la debilitaba con gran rapidez. 

Para 1940 ya casi no podía sostenerse en pie y pasaba la mayor parte del tiempo en cama. 

En 1942 la mano derecha se le paralizó y se le cayeron los dientes. No podía trasladarse a ningún sitio, por cercano que estuviera, de no ser ayudada por alguna de las hermanas del convento y por un bastón. Tal era la gravedad en que se encontraba que incluso le dieron la extremaunción. 

Difícil y llena de penurias transcurrió la vida de sor María Abel, hasta que en 1950 se enteraron en su convento de que mucha gente acudía a la tumba del padre Charbel a solicitar que les cumpliera algún milagro, pues ya eran varios los que habían conseguido algún favor del ermitaño de Annaya. 

Para esta monja no era fácil desplazarse hasta el monasterio donde se encontraba el cuerpo del padre Charbel, así que con gran fe le suplicó que intercediera ante Dios para que recuperara la salud. 

Y entonces la señal llegó. Una noche sor María Abel soñó que se encontraba hincada rezando en una capilla y a su lado estaba nada menos que iel padre Charbel bendiciéndola! 

Convencida de que era el principio de su sanación, la monja pidió que la llevaran ante la tumba del ermitaño. El 11 de julio de 1950, a las 9:4o am, sentada en una silla para trasladarla al auto, salió de su convento acompañada por "Isabel Ghurayeb, superiora del convento de Jbail, de sor Bernadette Nafah, maestra en el convento de Bikfaya, de sor Leontina Rahmeh y de sor María Matilde Zambaza.

El viaje resultó sumamente cansado para la monja más que para cualquier otro, pues desde hacía tiempo se encontraba desahuciada. 

Cuando llegaron al monasterio de Annaya, sor María Abel fue conducida en su silla hasta la tumba del padre Charbel. Se quedó asombrada ante la gran cantidad de gente que se encontraba en ese lugar orando y agradeciendo por tantas bendiciones recibidas. 

La monja fue acercada por sus acompañantes hasta la piedra de la tumba y ella hizo el esfuerzo de estirarse para besarla, en ese momento la enferma sintió como si una corriente eléctrica le corriera por la espalda, lo cual obligó a sus acompañantes a solicitar una celda donde pudiera recostarse y descansar un poco. 

Luego de un rato pidió que le permitieran pasar la noche cerca de la tumba del ermitaño, pero considerando que sería muy desgastante para alguien en su estado la superiora autorizó permanecer un día más en ese lugar para que sor María Abel pudiera rezar cerca de la tumba la mañana siguiente. 

Cuando la monja estuvo nuevamente ante la tumba observó unas gotas de agua justo en el lugar donde estaba escrito el nombre del padre Charbel. 

— i Esas gotas son una señal! Las recogeré con mi pañuelo y me las pasaré por el cuerpo —pensó la monja mientras se levantaba de la silla y estiraba la mano. 

Y así, frente a todos los ahí presentes se realizó el milagro, sor María Abel estaba curada de la parálisis, de la úlcera y de todos los males que la habían aquejado desde hacía 14 años. 

Una vez que regresó a la Congregación de los Dos Sagrados Corazones su restablecimiento fue certificado, en fechas distintas, por dos de los médicos que habían consultado durante la enfermedad de María Abel; ambos afirmaron que el restablecimiento era obra de un milagro, ya que ellos habían considerado que su estado era incurable. Por las causas sobrenaturales de esta recuperación el caso se turnó al Vaticano después de analizarse seriamente.

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