VIAJE APOSTÓLICO A BEIRUT
JUAN PABLO II
«REGINA CAELI»
Domingo 11 de mayo de 1997
Domingo 11 de mayo de 1997
1. Al final de esta celebración, en la hora de la plegaria mariana, invocamos también a los santos que han vivido en esta tierra. Junto con vosotros, invoco a san Marón, san Charbel y a la beata Rafka. Mi pensamiento se dirige también al venerable Al-Hardini, a quien espero tener la alegría de incluir próximamente en el catálogo de los beatos.
Juntamente con vosotros, encomiendo a Nuestra Señora del Líbano a todos los hijos e hijas del país. Que la Madre del Señor, presente al pie de la cruz y en el cenáculo de Pentecostés, reúna en la fe, en la esperanza y en el amor a sus hijos que viven en este país o se hallan esparcidos por el mundo; asista a vuestros pastores en su ministerio; sostenga la fidelidad, en la oración y el servicio caritativo, de los monjes y las monjas, los religiosos y las religiosas; acompañe a los seglares en su vida eclesial y en su servicio a la sociedad; fortalezca a las familias en la unidad del amor y en la entrega a su misión educativa; y guíe a los jóvenes por los caminos de la vida.
Que María, en su maternal ternura, consuele a los pobres, a los que sufren en el cuerpo y en el espíritu, a los prisioneros y a los refugiados.
2. Nuestra Señora del Líbano, ¡vela por todo el pueblo que vive en esta tierra tan probada! Te lo encomienda el Sucesor de Pedro, que ha venido a traer a todos un mensaje de fe y esperanza. ¡Ojalá que se haga realidad, en el umbral del nuevo milenio, el mensaje profético de Isaías: «Dentro de poco el Líbano se convertirá en vergel, y el vergel se considerará una selva»! (Is 29, 17).
Oh Virgen santísima, concede a este pueblo antiguo, pero siempre joven, que siga siendo el digno heredero de su ilustre historia, y que construya con dinamismo su porvenir en el diálogo con todos, en el respeto recíproco de los diversos grupos y en la concordia fraterna.
Reina de la paz, ¡protege al Líbano!
Reina de la paz, te suplicamos, ¡escúchanos!