martes, 1 de marzo de 2016

Vida de San Charbel: La vida monástica


Vida de San Charbel

La vida monástica

Al cumplirse los ocho días del periodo de prueba del postulante Youssef, fue aceptado como novicio y le fue entregado su hábito. Cuando alguien entraba al noviciado y no tenía un nombre que correspondía al de un santo, elegía alguno. En el caso de Youssef, que significa José, no era necesario cambiarlo; sin embargo, el joven decidió romper con todo aquello que lo uniera con la vida terrenal de la que a partir de entonces se quería desligar por haber aspectos que lo ataban, como el cariño y recuerdo a su madre y al resto de su familia y amigos; él sentía que ofrecía a Dios un enorme sacrificio al desprenderse de los buenos recuerdos y de su vida anterior, por todo esto fue que decidió cambiar su nombre por el de Charbel, quien fue un mártir de la Iglesia de Antioquía en el siglo II.

Pocos días después, llegan al monasterio de Nuestra Señora de Mayfouq la madre de Youssef y su tío Tanios, a quien ayudaba en las labores del campo. El tío, enfurecido, pide a su sobrino que reconsidere su postura, pues como monje no podrá estar al pendiente de su madre y mucho menos de su sustento, le dice incluso que eso sí que le daría más gusto a Dios, ya que ellos son pobres. Brigitta, resignada, dice a su hijo que ahora que ella es vieja le habría tranquilizado saber que su hijo vería por su bienestar, pero que comprende el llamado que Dios le hace y sólo espera que él se convierta en santo. Ésa sería la última vez que el joven vería a su madre. 

A partir de entonces comienza el periodo del noviciado que estaba conformado por dos años de dura preparación. Charbel se esfuerza desde el principio por imitar la vida silenciosa de los monjes y con gran alegría está siempre dispuesto a obedecer a todos. Las obligaciones de los novicios al interior del monasterio son diversas y nada sencillas: realizar trabajos domésticos como lavar ropa, coser las sotanas, elaborar pan, entre otras. Junto con los monjes debían participar en las celebraciones y demás actividades litúrgicas: "cantar el oficio siete veces por día, levantarse a medianoche para las `nocturnas"'. Todo esto muchas veces iba acompañado de tratos duros por parte de los superiores, pero esto se debía a que tenían que poner a prueba en todos los sentidos a los novicios, con lo cual se aseguraban de que sólo los que tenían vocación se quedaran. 

Cumplido el primer año Charbel fue enviado al convento de San Marón de Annaya, ubicado a dos horas de distancia, para terminar su preparación y obtener los votos. Al recorrer el camino hacia su nuevo destino, Charbel pasa por diversos paisajes de prados, colinas y robles que considera hermosas por ser obra de Dios. En una de las montañas descubre el convento de Annaya y observa una de las colinas más altas de la enorme cadena de montes del Líbano, una que está a 1,300 metros de altitud y en la cual se encuentra la ermita que él habitará posteriormente. 

La preparación que recibió Charbel en el monasterio de Annaya tenía similitudes con la forma en que se desarrolló en Mayfouq, sólo que ahí la exigencia por parte de los superiores era mayor. Él se esforzaba por hacer más de lo que le encomendaban, muchas veces se apresuraba a terminar sus deberes para ayudar a sus compañeros. En cuanto a la obediencia también la desempeñaba de manera rápida y sin cuestionar a nadie. El silencio le parecía un poco más difícil de practicar dado que vivía en comunidad, pero desde su llegada ahí se limitó a responder brevemente cuando se le preguntaba algo; es más, cuando se le reprendía por algo de lo que no era responsable ni siquiera se atrevía a justificarse y asumía el regaño respondiendo: "Perdóneme por Cristo". 

Al cumplirse el segundo año de preparación como novicio, Charbel había aprendido y cumplido con lo que estipulaba la vida dentro del monasterio y las reglas que se debían obedecer. 

La decisión de aceptar a un nuevo monje era un acto solemne por parte de los monjes profesos, encabezado por el padre superior que en Annaya era Antoine el-Bani. Este acto se realizaba después de comer y una vez que los novicios se retiraban. Posteriormente el padre superior pedía a los monjes que votaran en secreto sobre la admisión a la comunidad monacal de un nuevo miembro, para lo cual debían analizar si consideraban que estaba preparado y tenía vocación para ello. El voto se hacía colocando en una de las gorras de los novicios llamada "chali", una semilla de trigo en caso de aprobar o de cebada si no estaban de acuerdo. 

Cuando llegó el momento de votar sobre el porvenir de Charbel, los monjes sólo depositaron semillas de trigo con lo cual aprobaron su ingreso como monje, ellos consideraban heroico el comportamiento de Charbel como novicio. 

Cuando tomó los votos aquél que a partir de entonces sería el hermano Charbel, tenía 25 años de edad y recibía de manos del superior el hábito de monje. 

Ese mismo año Charbel recibió la visita de su madre en el monasterio. Él la saludó a través de una enorme ventana que no permitía que se vieran ni mucho menos que tuvieran algún tipo de contacto fisico, tan sólo podían hablar. 

—¿Me niegas el gusto de verte y abrazarte, hijo? —sollozó Brigitta, su madre. —

Si Dios quiere nos reencontraremos en el cielo —dijo el hermano Charbel. 

Ante esa respuesta tan lacónica la mujer se resignó y se retiró; después de todo comprendía que era el camino que Dios había escogido para su hijo. 

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