martes, 1 de marzo de 2016

Vida de San Charbel: Juventud


Vida de San Charbel

Juventud

Cuando estuvo a punto de cumplir los 16 años de edad, Youssef se enteró de que sus tíos habían recibido la autorización de retirarse a cumplir con una vida de silencio mundano, pero de comunicación y entrega total a Dios, con lo cual se les permitió vivir en la ermita de Mar Boula (San Pablo). 

La gran influencia que estos monjes ejercieron sobre su sobrino se evidencia en las palabras y consejos que le daban: "Cualquiera que quiera encontrar al Señor, vivir en su profunda intimidad, debe romper con las vanidades del mundo y recogerse en sí mismo... Sin duda, hijo, los que hacen esto pueden ser tratados de locos por los sabios según el mundo, ipero San Pablo nos enseña que la locura según los hombres es sabiduría según Dios!"

Uno de sus grandes placeres es ayunar y asistir a misa, cuyo momento más anhelado es la consagración de la hostia. Y es entonces cuando el adolescente Youssef comienza a escuchar una voz interior que le dice: "Deja todo y sigue a Dios!" 

En agosto de 1848, mientras se celebraba la fiesta de la Asunción, una de las más importantes realizadas en Biqa-Kafra en honor a la Virgen, se llevó a cabo un casamiento y prácticamente todo el pueblo acudió a felicitar a los recién casados. La joven preguntó a Youssef que cuándo se decidiría él a casarse, éste se limitó a no responder; para entonces poco le faltaba para cumplir 20 años y se había convertido en un atractivo hombre. 

Mariam, una de sus compañeras de escuela desde su infancia, no ocultaba el interés que sentía por el joven, pero él sólo tenía un propósito: dedicarse en cuerpo y alma a Dios. Tiempo después, mientras cuidaba a su rebaño de cabras, una se perdió y Youssef angustiado se dedicó a buscarla. "Dios mío, ¿dónde se habrá metido?", pensó. 

Al introducirse en el bosque de imponentes cedros, el joven se quedó maravillado ante la belleza del paisaje y ahí, entre los árboles, divisó un tronco que se había convertido en capilla. Y de nuevo escuchó esa voz que le decía: "iVen, deja todo! ¡Sígueme!" 

Fue entonces cuando Youssef ya no tuvo dudas sobre el camino que debía seguir, pues escuchaba cada vez con mayor claridad el llamado de Dios, ése que tantas veces había esperado. Sin dudar más el joven Makhlouf tomó la decisión más importante de su vida: dedicarse a Dios por medio de la vida monacal. 


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