jueves, 17 de marzo de 2016

¿Quiénes son los Maronitas? Por Sarkis Amin

EL CRISTIANISMO ORIENTAL

De nuevo, ¿quiénes son los maronitas?

Por Sarkis Amin, teólogo

Columna coordinada por el P. Yaacoub Badaoui O.L.M

Ni secta cristiana, ni una religión misteriosa, ni una Iglesia disidente; los maronitas son una nación católica, un pueblo de origen definido, y una Iglesia particular, siempre unida a Roma, que tiene un destino providencial en el desarrollo de su historia y en la mística de sus santos.

Los maronitas son los cristianos católicos orientales que deben su nombre a san Marón, santo hombre, rígido defensor de la fe católica en Oriente, monje modelo cuyo ejemplo siguieron numerosos discípulos, un apóstol que la Providencia de Dios eligió para confirmar a los vacilantes en su fe y para organizar el núcleo principal de la nación maronita que será baluarte de la lucha en favor de la fe y en beneficio del triunfo de la verdad sobre la mentira y de la libertad contra la opresión.

San Marón vivió en el siglo IV, en las cercanías de Antioquía, donde trabó relaciones de amistad con grandes figuras como san Basilio y san Juan Crisóstomo y otros ilustres Doctores de la Iglesia. De joven, siguiendo las enseñanzas del Divino Maestro, dejó su familia, sus bienes y fue a buscar la calma en una montaña, entregándose a la oración la contemplación y el trabajo. Muchos jóvenes siguieron su ejemplo, imitando sus virtudes y procurándolo para escuchar sus enseñanzas y adoptar su espiritualidad. Fueron llamados "discípulos de san Marón" y después de su muerte, ocurrida en el año 410, crecieron y formaron el "Convento de San Marón", que cobijaba a numerosos monjes que se dedicaron a luchar con heroísmo contra los errores doctrinales de su época. En el año 517, los cristianos monofisitas que no aceptaron la fe católica definida en el concilio ecuménico de Calcedonia (a. 451), mataron a 350 miembros de ellos que son conocidos como " mártires, discípulos de san Marón". El papa Hermes IV reconoció su martirio y así quedó sellada la fe maronita con su sangre. Al pueblo que en el patriarcado de Antioquía siguió la orientación religiosa de san Marón y sus discípulos, se le aplicó el nombre de "maronita".


En el siglo VII los maronitas, para escapar a la opresión de los conquistadores árabes, se refugiaron en los montes y los valles del Líbano donde formaron la Iglesia maronita bajo el liderazgo de san Juan Marón, un monje discípulo de san Marón, reconocido por el Papa de la época como el primer patriarca maronita de Antioquía y de todo el Oriente. Hasta hoy, los maronitas tienen un patriarca que lleva, junto a su propio nombre, el nombre de Pedro (Butros), el Apóstol de Cristo, quien fue el primer obispo de Antioquía y, más tarde, el primer obispo de Roma, vicario de Cristo y Papa de la Iglesia universal.

Perseguidos por causa de su fe, los maronitas se refugiaron en el Líbano, encontrando en él una tierra de libertad , su historia se identificó con la historia del Líbano y no será extraño verlos defender su patria con valentía, sangre y heroísmo. Jamás el Líbano, único baluarte del cristianismo en Oriente, se dejó avasallar por sus enemigos, gracias a la lucha de los maronitas y sus hermanos libaneses :"Toda la Siria -escribía Jaled el conquistador árabe- cayó como un camello, solo el Líbano quedó erguido".


Caro fue el precio que pagó la nación maronita por causa de la ayuda que prestaron sus fuerzas a los cruzados, en su marcha al santo sepulcro. Finiquitada la conquista europea, todo el odio de sus enemigos cayó sobre ellos, ensangrentando sus campos y arrasando su territorio. Esta historia dolorosa no se cerraba sino a cortos intervalos de tiempo, para volver a abrirse más triste y verter más sangre mártir. Tales fueron las matanzas feroces de los años 1834, 1845, 1860, 1914, 1920, 1925 y últimamente en la guerra de 17 años que comenzó el 13 de abril 1975.

Los maronitas son conscientes de que no son ellos los únicos dueños de la tierra de los Cedros, por esto siempre extienden sus manos y abren sus corazones a todos los habitantes que integran el territorio libanés para juntos construir un Líbano libre, unido y soberano, donde el perseguido encuentre un refugio seguro y donde coexistan pacíficamente las diversas comunidades que profesan distintas creencias y siguen diferentes ideologías.

Así pues, no todo libanés es maronita, como tampoco cada maronita es libanés; pero sí, todos los maronitas, y todos los que apreciamos y queremos a esta Iglesia, debemos defender la soberanía del Líbano, si queremos ser solidarios con la Iglesia universal y sentirnos como miembros de una única familia.

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