domingo, 21 de febrero de 2016

Domingo de La Hemorroísa 21 de Febrero de 2016

Domingo de La Hemorroísa
21 de Febrero de 2016

Oh Señor temible, que gobiernas el universo con tu poder, y sostienes tus criaturas con tu voluntad, tú calmaste a las turbas que te apretaban:
una fuerza ha salido de mí. Entonces dijiste a la Hemorroísa que sanó al tu vestido: "Vete, hija mía, tu fe te ha salvado", te pedimos que nos sanes de toda sombra de pecado, para permanecer confiadamente en tu presencia a lo largo de nuestra vida. Amén.


Hemorroísa o hemorroisa es una mujer con desarreglo menstrual. Uno de los milagros de Jesús fue la curación de una mujer que padecía esta enfermedad, que en su tiempo se consideraba avergonzante. Se narra en el Evangelio según Marcos, en el Evangelio según Mateo y en el Evangelio según Lucas, en el contexto de otros milagros, como la curación de la hija de Jairo, localizados por las narraciones evangélicas en Decápolis.

La función de la túnica de Cristo se interpreta como un símbolo de la salvación. No es la ropa la que salva a la mujer, sino la intención de su fe. Su contraejemplo, que pone San Juan Crisóstomo, son los soldados que, durante la Pasión los sortearon entre sí y, por tanto, también los tocaron sin ser por ello salvados. Los creyentes que acceden por el tacto a objetos sagrados (como las reliquias o los iconos), pretenden obtener de Jesucristo la salvación, o ser librados de la tentación (especialmente las tentaciones de la carne).



Marcos 5:24-34

Reina-Valera 1960 (RVR1960)
24 Fue, pues, con él; y le seguía una gran multitud, y le apretaban.
25 Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre,
26 y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor,
27 cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto.
28 Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva.
29 Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote.
30 Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos?
31 Sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado?
32 Pero él miraba alrededor para ver quién había hecho esto.
33 Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad.
34 Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote.

Mateo 9:20-38

Reina-Valera 1960 (RVR1960)


20 Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto;
21 porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su manto, seré salva.
22 Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado. Y la mujer fue salva desde aquella hora.
23 Al entrar Jesús en la casa del principal, viendo a los que tocaban flautas, y la gente que hacía alboroto,
24 les dijo: Apartaos, porque la niña no está muerta, sino duerme. Y se burlaban de él.
25 Pero cuando la gente había sido echada fuera, entró, y tomó de la mano a la niña, y ella se levantó.
26 Y se difundió la fama de esto por toda aquella tierra.

Dos ciegos reciben la vista

27 Pasando Jesús de allí, le siguieron dos ciegos, dando voces y diciendo: !!Ten misericordia de nosotros, Hijo de David!
28 Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor.
29 Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho.
30 Y los ojos de ellos fueron abiertos. Y Jesús les encargó rigurosamente, diciendo: Mirad que nadie lo sepa.
31 Pero salidos ellos, divulgaron la fama de él por toda aquella tierra.

Un mudo habla

32 Mientras salían ellos, he aquí, le trajeron un mudo, endemoniado.
33 Y echado fuera el demonio, el mudo habló; y la gente se maravillaba, y decía: Nunca se ha visto cosa semejante en Israel.
34 Pero los fariseos decían: Por el príncipe de los demonios echa fuera los demonios.

La mies es mucha

35 Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.
36 Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.
37 Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos.
38 Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.

Lucas 8:43-48

Reina-Valera 1960 (RVR1960)


43 Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años, y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada,
44 se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo el flujo de su sangre.
45 Entonces Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro y los que con él estaban: Maestro, la multitud te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es el que me ha tocado?
46 Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mí.
47 Entonces, cuando la mujer vio que no había quedado oculta, vino temblando, y postrándose a sus pies, le declaró delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo al instante había sido sanada.
48 Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz.


Fuente:
Marcos: http://legacy.biblegateway.com/passage/?search=Mc5%3A24-34;&version=RVR1960;
Mateo: http://legacy.biblegateway.com/passage/?search=Mt9%3A20-422;&version=RVR1960;
Lucas: http://legacy.biblegateway.com/passage/?search=Lc8%3A43-48;&version=RVR1960;

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